“Vera, una historia de amor”, de Juan del Val

“Vera, una historia de amor”, la nueva novela de Juan del Val, llega envuelta en ese estilo tan suyo que mezcla deseo, confesiones íntimas, contradicciones humanas y un toque de provocación. Pero esta vez, a diferencia de otros de sus libros, la sexualidad no es el motor central de la trama, sino un condimento suave, una brisa ligera que acompaña —sin dominar— una historia que se centra más en lo emocional que en lo erótico. Es, como muchos lectores ya la han bautizado, una historia de sexo light… aunque en realidad es mucho más que eso.

La novela se mueve alrededor de Vera, una mujer que, a primera vista, podría parecer perfectamente normal. Pero como suele suceder en el universo de Del Val, lo normal es solo la capa superficial. Debajo, Vera está llena de dudas, de deseos que apenas verbaliza, de miedos que la frenan y de una necesidad profunda de sentirse vista. Su vida sentimental y sexual no es escandalosa ni dramática; es, más bien, una mezcla de curiosidad, torpeza, encuentros imperfectos y esa sensualidad cotidiana que rara vez se narra en la ficción. Es la intimidad que no busca ser épica, pero que revela más de lo que parece.

Juan del Val juega con la idea de lo “light” no como sinónimo de superficial, sino como algo cotidiano, accesible, sin artificios. El sexo en la novela no pretende despertar morbo: aparece como aparece en la vida real, sin coreografías de película, sin excesos calculados. Es un sexo que sucede entre dos personas que están intentando conocerse, entenderse, lidiar con sus heridas y sus fantasmas. Y eso hace que cada escena íntima tenga un peso emocional más que físico.

Lo interesante es que la obra se desliza con mucha naturalidad entre la pasión suave y los conflictos internos. Vera no es un personaje que vive obsesionado con el deseo ni con cómo satisfacerlo, sino una mujer que intenta encontrar su lugar en un mundo que constantemente le exige definiciones: ¿quién eres? ¿qué quieres? ¿a quién amas? ¿cómo deberías amar? En ese camino, el sexo se convierte en un espejo que refleja tanto sus inseguridades como sus progresos.

Juan del Val conoce bien ese territorio emocional y lo recorre con una escritura cercana, directa y sin complicaciones. Como en sus trabajos anteriores, maneja una voz narrativa que parece confesarse, que se atreve a ser vulnerable sin caer en lo cursi. Su estilo funciona especialmente bien cuando explora las contradicciones humanas: eso que sentimos pero no decimos, eso que queremos pero nos da miedo pedir, eso que callamos para no romper una estabilidad que ni siquiera nos convence.

Aunque el título apunta al amor, la novela está más interesada en cómo se construye el vínculo desde la imperfección. No hay grandes escenas de pasión desbordada, ni una épica romántica de película. Lo que hay es la historia de una mujer que intenta amar a su manera, sin prisa, sin el dramatismo habitual, sin pretender ser más intensa de lo que realmente es. Una historia de amor que respira en voz baja.

El resultado es una novela que se mueve en un equilibrio delicado: ligera sin ser vacía, sensual sin ser explícita, emocional sin ser empalagosa. “Vera, una historia de amor” demuestra que no hace falta recurrir al exceso para hablar de deseo y que, a veces, el sexo light puede ser igual de revelador que una escena ardiente. Porque al final, lo que importa no es la intensidad del cuerpo, sino la verdad que aparece cuando alguien se atreve a mostrarse tal cual es.

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