Cheap Trick, banda que acaricia la eterna juventud nuevo álbum

Hablar de Cheap Trick es hablar de una banda que, pese al paso del tiempo, se niega a encajar en la categoría de “clásicos retirados”. Al contrario: siguen peleando, experimentando y quemando energía como si apenas llevaran un par de décadas girando… y no casi medio siglo. Su nuevo álbum, All Washed Up, llega como una declaración divertida, descarada y profundamente honesta de que la edad puede ser un número, pero jamás un límite creativo.

Lo primero que sorprende del disco es justamente su nombre. All Washed Up (“acabados”, “gastados”, “lavados”, según el tono del lector) es casi una provocación. Una especie de broma interna que la banda lanza al aire, consciente de que, desde hace años, el rock parece obsesionado con la nostalgia y con encasillar en el pasado a cualquier grupo que supere cierta cantidad de cumpleaños. Pero Cheap Trick, con esa irreverencia que siempre los ha caracterizado, usa el título para burlarse del estereotipo y recordar que siguen aquí, vivos, afilados y con más ganas de hacer ruido que nunca.

El álbum abre con una energía sorprendente: guitarras que evocan los riffs clásicos del power pop, una batería que se siente renovada y la voz de Robin Zander sonando tan fresca que cuesta creer que lleva décadas cantando al límite. La producción se inclina por un sonido limpio, sin caer en lo excesivamente moderno, pero lo suficiente para que el proyecto no suene a “más de lo mismo”. Cheap Trick entiende perfectamente el equilibrio entre la nostalgia y la reinvención.

Las letras del disco también aportan esa combinación deliciosa de picardía, ironía y melancolía que siempre ha estado en el ADN de la banda. Hay canciones donde se ríen abiertamente del paso del tiempo y otras donde reflexionan con más madurez, sin perder la chispa que los hizo únicos en los 70 y 80. Lo interesante aquí es que nada suena forzado: no intentan parecer jóvenes a la fuerza, simplemente su música aún respira juventud. Esa es la magia.

Una de las grandes fortalezas de All Washed Up es que transmite naturalidad. Más que un intento por “regresar”, parece un grupo de amigos que sigue disfrutando el simple hecho de tocar juntos. Esa sensación impregna todo el disco. Se escucha camaradería, humor, libertad creativa. Y, por encima de todo, se escucha diversión, una palabra que el rock a veces olvida cuando se toma demasiado en serio.

Lo que más impacta del lanzamiento es cómo Cheap Trick logra sonar renovado sin renunciar a su identidad. Es un logro que pocas bandas de larga trayectoria consiguen. Muchos artistas terminan atrapados entre reciclar sus éxitos o perseguir tendencias modernas que no encajan con su estilo. Aquí, en cambio, se siente auténtico. Es un disco hecho con conciencia de quiénes son, pero también con la valentía de seguir experimentando.

All Washed Up no solo confirma que Cheap Trick está lejos de estar “acabado”, sino que demuestra que la juventud —al menos la musical— puede ser una actitud. Una forma de encarar la vida, de seguir creando, de dejarse sorprender. Y si este álbum es prueba de algo, es que Cheap Trick todavía tiene mucho que decir y, sobre todo, muchísimo que tocar.

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